viernes, 21 de enero de 2011

¿Fue asesinado Tycho Brahe?

¿Fue asesinado Tycho Brahe?

Héctor López Aréstegui

Uno de los ámbitos más interesantes de la ciencia moderna es la disciplina forense, a tal punto que hoy se puede investigar exhaustivamente la vida y muerte en el pasado. Así, pues, cada vez que se autoriza la exhumación e investigación de los restos de algún personaje histórico, surgen nuevas evidencias sobre su vida y, al mismo tiempo, nuevas interrogantes sobre ella, tal como acaba de ocurrir en el caso del astrónomo danés Tycho Brahe (1546 – 1601), cuyos restos fueron exhumados el mes pasado de la Catedral de Nuestra Señora de Tyn, Praga, República Checa. El objetivo de su investigación: saber sí Tycho Brahe fue asesinado, como lo sugieren recientes teorías.

Tycho Brahe fue uno de los astrónomos y astrólogos más famosos del siglo XVI, el primer hombre de ciencia en describir una supernova en 1572 y hacer seguimientos precisos de los astros antes de la invención del telescopio. La mayor parte de su trabajo lo realizó con el apoyo del rey Federico II de Dinamarca (1534 – 1588), quién construyó dos observatorio para Brahe en la isla de Hven, en el Mar Báltico. En 1597 Brahe abandono su patria y partió a la corte de Rodolfo II (1552 – 1612), emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Acompañaba a Brahe su ayudante, el alemán Johannes Kepler (1571 – 1630), quien sufría por la negativa de su maestro de compartir con él su catálogo de observaciones celestiales. Este hecho es mencionado en el libro “Intriga celestial: Johannes Kepler, Tycho Brahe y el asesinato detrás de uno de los más grandes descubrimientos de la Historia” (2004), escrito por los periodistas Joshua y Ann- Lee Gilder. Según los Gilder, Kepler envenenó a su maestro con mercurio. Esta teoría es rechazada por el profesor emérito de Astronomía de la Universidad de Harvard, Owen Gingrich, quien afirma que Kepler era la última persona interesada en asesinar a Brahe, pues éste era su valedor en la corte, pues quería ser nombrado matemático imperial.

Sí Kepler no fue el homicida, ¿quién cometió el crimen? Según Peter Andersen – catedrático de Literatura de la Universidad de Estrasburgo, Francia – el responsable fue su primo, el conde Eric Brahe, un diplomático sueco al servicio de Dinamarca. Esta teoría se sustenta en el hallazgo del diario del presunto asesino, donde éste hace un breve recuento de sus reuniones con el príncipe Johan, hermano menor del rey danés Christian IV (1577 – 1648). El motivo del crimen: vengarse de Brahe, quién habría sido amante de su madre, Sofía de Mecklenburg – Schwerin, y, posiblemente, su padre biológico. ¿Suena hamletiano? Las circunstancias poco claras de la muerte de Brahe se citan como el referente que tomó William Shakespeare (1564 – 1616) para escribir su tragedia “Hamlet, príncipe de Dinamarca”.

¿Y si Tycho Brahe no hubiera sido asesinado? Era perfectamente lógico que pudiera envenenarse accidentalmente en su laboratorio de alquimia o, tomando alguna medicina. Cabe recordar que el envenenamiento con mercurio por este último medio era bastante común apenas hace 100 años.

Por el momento ni la tesis del asesinato o la del envenenamiento accidental pueden descartarse. Lo cierto es que Kepler acabó las tablas astronómicas iniciadas por Brahe y, utilizando sus observaciones, escribió un tratado sobre las leyes relativas a los movimientos planetarios. En cuanto a la teoría de la muerte de Brahe por órdenes del rey Christian IV, sólo la comparación del ADN de Brahe y del rey podrá demostrar su validez. Así, pues, cuatro centurias después de su muerte, apenas arañamos unas cuantas conjeturas de un posible crimen cuyas consecuencias remecieron la historia de la ciencia.

Primer artículo del 2011

Primer artículo del año, espero verlo publicado el próximo domingo 30.

¿El primer mamut de la era moderna?

Héctor López Aréstegui

Desde el descubrimiento de sus restos en la Antigüedad, los mamuts fueron animales cuyo origen fascinó al hombre. Los griegos creían que los cráneos de mamuts enanos del Mediterráneo eran de cíclopes. Hace pocos días – 4,500 años después de la extinción de los últimos representantes del Elephas primigenius (Elefante primigenio) en las islas del Círculo Polar Ártico – un equipo de investigadores japoneses – liderado por el profesor Akira Iritani – anuncia su intención de recrear un mamut de laboratorio dentro de cinco años. ¿Puede la ciencia revivir esta especie extinta? ¿Acaso se trata de un anuncio prematuro?

Parientes de los elefantes

La palabra mamut procede del término eslavo, mamont, el cual fue adquirido del idioma Mansi, hablado por el pueblo siberiano del mismo nombre. En su lengua mamont significa “cuernos de la tierra”. El mamut fue un Proboscídeo, una orden de mamíferos cuyo único representante vivo es el elefante. Mamuts y elefantes tuvieron un último antepasado común hace siete millones de años.

Los mamuts se convirtieron en los animales más representativos de la megafauna del Pleistoceno. Su evolución los llevó a cambios fisiológicos y morfológicos tales como orejas más pequeñas, espeso pelaje, un sistema glandular que permitía la retención del calor y la capacidad de liberar oxigeno con mayor facilidad a bajas temperaturas. Esta última característica se produjo debido a un cambio en su hemoglobina, la proteína de las células sanguíneas encargada de llevar el oxigeno de los pulmones a los tejidos.

La causa de la extinción de los mamuts y la megafauna holoartica (América del Norte, Asia y Europa), hace 15,000 años, es compleja y no se puede atribuir exclusivamente al hombre, al cambio climático o a la caída de un meteorito hace 12,900 años. Recientes investigaciones de sedimientos de un lago en Indiana, Estados Unidos, apuntan a que a finales de la Edad de Hielo los mamíferos gigantes se encontraban en declive como especies. La razón sería la expansión de los bosques en desmedro de las llanuras donde pastaban. Un hecho es seguro: la desaparición de éstas condujo a un enfriamiento del planeta por cerca de un millar de años.

¿Diez millones de dólares por un mamut?

La tecnología que requiere el experimento al que se abocará el profesor Iratani existe. Solo hace falta una muestra de pelaje u otro tejido blando de mamut con una antigüedad no mayor de 60,000 años. Por el momento el ADN más antiguo de mamut que se posee está dañado. Sí se supera este obstáculo, el siguiente paso sería la manipulación de óvulos de elefanta africana. Las elefantas ovulan en periodos de cinco a seis años, por lo que conseguir una muestra de este material es difícil. Además, es necesario saber sí existe compatibilidad entre el núcleo mamut y los óvulos de elefanta. Aún cuando se logre crear “óvulos de mamut”, habrá que esperar para saber sí el embrión “prende” en el útero de la elefanta receptora y que la preñez se desarrolle normalmente. El costo estimado del experimento: diez millones de dólares americanos.

El profesor Iratani es consciente del reto pero se encuentra muy seguro de superarlo. Su colega, el doctor George Church – experto en genoma y catedrático de la Escuela de Medicina de Harvard – cree que la osada propuesta del profesor Iratini es viable. Por lo contrario, el doctor Michael Bunce, director del Laboratorio de ADN Antiguo de la Universidad Murdoch, Australia, distingue el hecho de reconstituir el ADN de una especie antigua y otra muy distinta de recrearla. ¿Nacerá el primer mamut de la era moderna? Tendremos que esperar por lo menos un lustro para contestar esta pregunta.